Durante algún tiempo, sobretodo durante mi último año de carrera (psicología), he intentado, junto con dos compañeras y amigas, buscar alguna respuesta a la pregunta ¿qué es La mujer? Sin embargo, durante el recorrido de nuestra tesis pudimos encontrar una respuesta que, si bien no logra satisfacer el ingenuo afán investigativo de algunos académicos, logro colmar nuestra angustia ante la pregunta. Creo que hacerse esta pregunta tanto en plano académico como en lo privado (si es que eso se puede separar) remite directamente a cuestionarnos acerca de lo femenino; y es aquí donde recae el principal problema.¿Qué entender por feminidad? me parece que intentar responder esta interrogante, nos llevaría a cometer un error, ya que encontrar una experiencia universal, una sola dimensión o registro común de la feminidad, nos lleva inevitablemente en una búsqueda por “lo propio de la mujer”. Sin embargo, y aquí recogo el aporte de algunas psicoanalistas revisadas en mi proceso de tesis, habría algo de lo femenino que se resiste a ser interpelado, develado o reagrupado en un conjunto cerrado de características que se repiten mecánicamente en toda mujer.Por su parte Lacan, algunos habrán escuchado de él, plantea que habría una imposibilidad de cerrar un conjunto de La mujer, entendido como una individualidad; señala que ella no- toda está referida a lo simbólico, es decir, habría una parte de ella que no pertenecería a la función fálica. A partir de esto, se establecería la condición de la mujer, donde se hace necesario tachar el La, al no haber un universal de ella, quedando lo femenino apresado en un enigma, dada la imposibilidad del decir. Es en este contexto donde puede entenderse la categórica sentencia de Lacan: La Mujer no existe.
¿Es esta una respuesta satisfactoria?, quizá en un acto reflexivo, epistemoloógico, pueda parecer un buen intento. Sin embargo, me parece que adoptar esta posición en el ámbito clínico, si es que algo puedo hablar de él, nos puede hacer olvidar que la mujer que ahí consulta trae con sigo un sufrimiento, un malestar; malestar que muchas veces puede leerse como un síntoma que da cuenta de su insatisfacción. La mujer, insatisfecha, da cuenta de un malestar cultural, es decir, da cuenta de cómo ella ha sido y está definida en falta, en una posición inferior; y no hablo sólo de una inferioridad con respecto al hombre, ya que esta manera de vivir a calado en lo más profundo de su subjetividad: en cómo se piensa a sí misma, cómo se relaciona con los demás y con su propio cuerpo.
¿Qué entendemos por feminidad?. Quizás se podría decir que la respuesta se encontraría en lo que cada cultura demanda a la mujer. Sin embargo, la pregunta por si existe “aquello” común a todas las mujeres que logre definirlas más allá de la cultura a la cual pertenezcan, nos parece, incluyo a mis compañeras, una imposibilidad teórica. Al pensar la femenidad a partir de lo que cada cultura le demanda a la mujer, da cuenta de que los lugares donde ésta encontraría su ideal femenino son escasos, restrictivos, limitantes y sancionadores.Creo-creemos que, frente al silenciamiento y/o marginación de las múltiples formas que puede asumir los diferentes deseos en la mujer, debería otorgarse un espacio singular a la reflexión y evaluación de las implicancias que tienen los diversos modos de expresión de estos deseos que configuran la subjetividad femenina. Deseos, por supuesto, que van mucho más allá que el deseo de ser madre y esposas.
3 comentarios:
muy interesante.
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